HABLEMOS DE EMBARAZO ADOLESCENTE

El Embarazo Adolescente es aquel que ocurre en mujeres de 10 a 19 años, según la definición de duración del periodo de adolescencia de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

En esta etapa vital es frecuente percibir cambios físicos y psicológicos tanto en las mujeres como en los hombres: “pegan el estirón”, cambian la voz, aparece vello púbico y en axilas, olor corporal, aumento de sudoración. Comienzan a buscar, cada vez más, a los amigos mientras cuestionan y se alejan de sus padres. Asimismo, se empieza a consolidar la construcción de su identidad, cómo se ven y cómo quieren que los vean. Es la edad en la que se preguntarán sobre su futuro vocacional. La necesidad de los amigos es cada vez mayor y la independencia de sus padres es casi obligatoria. Es la etapa en la que pueden caer fácilmente en situaciones de riesgo.

Es frecuente encontrar los primeros acercamientos a la sexualidad, con autoexploración del placer y el aprendizaje acerca del aparato genital masculino y femenino. Sin embargo es preciso destacar que el cuerpo de los jóvenes aún no se encuentra 100% maduro para asumir sexualidad, una adulta, lo que lleva a que tampoco se sopesen los riesgos de no utilizar anticonceptivos.
Por otro lado, los estigmas y tabú respecto a la sexualidad adolescente hacen que sea fuente de culpabilidad, miedo y angustia, que no solo no permiten disfrutar de manera plena, sino que también evita que los jóvenes soliciten ayuda u orientación. Frecuentemente encontramos adolescentes que prefieren averiguar contenidos acerca de la sexualidad a través de RR.SS, o conversar estos temas con sus amistades antes que con sus familias o en los establecimientos educativos.

Problema de Salud Pública
El embarazo adolescente se considera un problema de salud pública debido a sus negativas consecuencias socioeconómicas y sanitarias en las madres, en las familias y el entorno social.

Existen ciertas características familiares que podrían influir en el desencadenamiento de un embarazo adolescente en ese sistema. Por ejemplo: familias desestructuradas, poca comunicación entre los integrantes, estrés y violencia intrafamiliar (física o psicológica). Desde este punto de vista, las jóvenes gestantes perciben menos apoyo por parte de sus familias como de su entorno escolar y social. Además, presentan autoestima baja, lo que hace que se involucren en relaciones sentimentales o pololeo poco sanos que tengan como consecuencia un embarazo no deseado en la adolescencia.
Algunas consecuencias psicológicas, podrían ser el estrés relacionado con el manejo de un embarazo no planeado y la alteración de los planes educativos y ocupacionales de los adolescentes, el estrés debido a la transición entre los múltiples roles producidos por la maternidad: las diferentes responsabilidades de lo que significa ser madre, tienen lugar demasiado pronto de acuerdo con el promedio. También se puede producir depresión, percepción de desesperanza e intentos de suicidio más frecuentes.
¿Cómo Prevenimos?
• Es necesaria la comunicación fluida entre padres e hijos respecto al tema del embarazo.
• Tener espacios en familia que permitan desarrollar ideas y contestar algunas dudas.
• Si los padres no saben cómo instalar el tema, es recomendable acudir a un profesional de salud para realizar una consejería en salud sexual y reproductiva en la que se abordan temas como los cambios físicos y emocionales con la pubertad, la importancia del autocuidado y el inicio de métodos anticonceptivos para el ejercicio de una sexualidad responsable en el pololeo.

“LA COMUNICACIÓN FLUÍDA ENTRE PADRES E HIJOS ES FUNDAMENTAL EN EL DESARROLLO DE LA ADOLESCENCIA”.

Por: Psicóloga María Fernanda Campodónico.