DEL MIEDO A LA MARATÓN: EL RENACER DE LILIANA TRAS VENCER EL CÁNCER

 

A los 41 años, Liliana Vásquez Muñoz, esposa del Sargento 1° Mauricio Ortiz Figueroa y madre de Isidora, una estudiante de 8vo básico del Colegio Capellán Pascal, enfrentó uno de los momentos más difíciles de su vida: un diagnóstico de cáncer.

Tras vivir durante ocho años en Isla Dawson, en el extremo sur de Chile, la familia se trasladó a la Población Naval Allard, en Las Salinas, Viña del Mar. Fue allí donde, en mayo de 2024, la vida de Liliana cambió por completo al recibir el diagnóstico de un Linfoma No Hodgkin tipo B, luego de una sospecha inicial de cáncer de mama triple negativo.

“Me lo detecté casualmente, al palpar una pequeña pelotita en mi seno derecho. Aunque mis exámenes de agosto de 2023 estaban normales, decidí ir de inmediato al Hospital Naval de Viña del Mar. Luego de múltiples estudios, biopsias y un PET-CT, supimos la verdad”, relata.

La noticia fue devastadora.

“Uno nunca piensa que le puede pasar. Tenía 40 años, estaba sana, una hija de 12 y un matrimonio de 20. Lloramos mucho. Estuvimos en shock, nos costó entenderlo… pero después dijimos: esto nos pasó a nosotros, y vamos a luchar”.

El tratamiento fue intenso: seis ciclos de quimioterapia con hospitalización cada 21 días. Pero su cuerpo resistió solo cinco. Tras la quinta, Liliana enfrentó una neumonía grave que la mantuvo intubada desde el 14 de septiembre al 10 de octubre de 2024. Estuvo en la UCI General del Hospital Naval conectada a 15 máquinas, incluyendo una traqueotomía y ventilación artificial. Fue una batalla no solo contra el cáncer, sino también por su vida.

“Viví dolores intensos, fatiga extrema, vómitos, miedo… pero también días de esperanza. Mi gran sostén fue mi familia: mi esposo, mi hija, mi suegra, hermanas, cuñados, y muchas amigas incondicionales. No podría haberlo hecho sin ellos”.

Liliana no olvida el rol de los profesionales que la cuidaron. Con emoción menciona a la doctora Soledad Urquieta, hematóloga, y al equipo de oncología; a la doctora Dominique Boisier, que la trató durante la neumonía; y al equipo de la UCI liderado por el doctor Jaime Vidal.

“Gracias a ellos, hoy estoy viva. También agradezco a la repartición de mi esposo, DIRINTA, por permitir que me acompañara en la UCI”.

RENACER

En diciembre de 2024, llegó la noticia más esperada: el PET-CT mostraba que ya no había rastros de cáncer.

“Lloramos de alegría. Sentimos gratitud inmensa con Dios y con los médicos. Fue un momento indescriptible”.

Hoy Liliana está libre de medicamentos, solo en controles trimestrales. Tras una dura rehabilitación, incluso logró correr la maratón del Mes del Mar 2025, completando 10 kilómetros.

“Fue un momento hermoso, simbólico, de renacer”.

Ahora disfruta de lo esencial: cuidar a su hija, compartir con su marido, agradecer cada día.

“Aprendí a valorarme, a no rendirme, a encontrar fuerzas donde no creía tenerlas. Aprendí que la vida es hoy, y que todos tenemos un propósito. Y, sobre todo, aprendí a amar aún más a quienes me rodean”.

A quienes hoy están comenzando una batalla similar, Liliana les deja un mensaje profundo:

“Es válido tener miedo, sentir pena o angustia. Pero todo pasa. Luchen por ustedes, por su familia. Confíen en los médicos y en Dios. No se rindan jamás. Eres más fuerte de lo que crees, más valiente de lo que sientes, y más amado de lo que imaginas. Y si mi historia puede ayudar, aquí estoy para lo que necesiten”.

Una mujer, madre y esposa, que se convirtió en símbolo de fuerza, fe y amor inquebrantable.
Una verdadera guerrera de vida.